EJERCICIOS ESPIRITUALES IGNACIANOS EN LA VIDA DIARIA VIA INTERNET
ACOMPAÑANDO A JESÚS EN EL GOZO DE SU RESURRECCIÓN
DOMINGO 7 NOVIEMBRE DE 2010
MEDITACION 83
VAMOS A REVISAR LOS TESTIMONIOS DE PABLO Y DE LOS EVANGELIOS SOBRE EL MISTERIO DE LA RESURRECCIÓN
La evidencia paulina
Nadie cuestiona la centralidad de la Resurrección de Cristo en la enseñanza de Pablo (cf. D. M. Stanley, Christ's Resurrection in Pauline Soteriology [La resurrección de Cristo en la soteriología paulina], 1961). Tampoco nadie niega la genuinidad de la Primera Carta de Pablo a los Corintios, escrita solo 25 años después de la crucifixión de Cristo. En Primera Corintios 15:1-8 Pablo da una lista de las apariciones del Cristo resucitado a diversos creyentes incluyendo él mismo. Además, Pablo dice que él había recibido esta tradición de una forma que indica su gran antigüedad. Según M. Carrez:
Nadie cuestiona la centralidad de la Resurrección de Cristo en la enseñanza de Pablo (cf. D. M. Stanley, Christ's Resurrection in Pauline Soteriology [La resurrección de Cristo en la soteriología paulina], 1961). Tampoco nadie niega la genuinidad de la Primera Carta de Pablo a los Corintios, escrita solo 25 años después de la crucifixión de Cristo. En Primera Corintios 15:1-8 Pablo da una lista de las apariciones del Cristo resucitado a diversos creyentes incluyendo él mismo. Además, Pablo dice que él había recibido esta tradición de una forma que indica su gran antigüedad. Según M. Carrez:
Enmarcados por estas dos palabras, gospel y kerygma, encontramos un texto y una tradición cuyo tenor arameo, carácter arcaico y primitiva forma catequética han sido recientemente objeto de observación por B. Klappert. … Las apariciones a Pedro, confirmadas por la alusión a Lc. 24:34, y la aparición a Jacobo … exponen el carácter jerosolimitano de esta tradición. ¿Qué deberíamos derivar de ella? Que, en cualquier caso, esta formulación ya existía de una forma establecida como mucho seis años después de los acontecimientos del drama redentor, y que todo concurre a resaltar la gran antigüedad de esta formulación («The Pauline Hermeneutics of the Resurrection [La hermenéutica paulina de la resurrección]», en F. de Surgy, op. cit. , pág. 40).
Tiene un significado crucial el hecho de que Pablo pueda afirmar en Primera Corintios 15:6 que de más de 500 discípulos a los que se apareció Cristo simultáneamente, la mayoría (hoi pleiones) seguían viviendo en el tiempo en que Pablo escribía. Como observa William Lillie, director del Departamento de Estudios Bíblicos en la Universidad de Aberdeen.
La evidencia de los evangelios
Después de que Jesús murió, los discípulos eran once hombres espantados, que se escondían y huían para salvar sus vidas. Su Dirigente estaba muerto y sus sueños destruidos. Con todo, tres días después, este grupo llegó a ser atrevido, lleno de coraje y visionario. ¿Qué provocó este cambio? No el hecho que vieron el sepulcro vacío, sino el hecho que vieron a Cristo resucitado de entre los muertos. ¿Qué podrían ganar los discípulos inventando un cuento acerca de la resurrección de Cristo? ¿Prestigio? ¿Riquezas? ¿Poder? ¿Posición? Permitidme deciros qué ganaron: Todos, menos uno, murieron martirizados.
Unos fueron decapitados. Unos fueron crucificados. Unos fueron apedreados, o muertos con palos. Todo esto porque sostuvieron que Jesús está vivo y ofrece perdón de los pecados y vida eterna. He aquí una lista de lo que ganaron los onces apóstoles y primeros conductores cristianos por el hecho de sostener que Cristo resucitó:
- Andrés: Crucificado.
- Bernabé: Apedreado por los judíos.
- Bartolomeo: Muerto por apaleamiento.
- Jacobo, el hermano de Cristo: Apedreado.
- Jacobo, el pequeño: Tirado al vacío desde una torre del templo y golpeado.
- Juan: Muerte natural.
- Judas: Crucificado.
- Lucas: Colgado de un olivo.
- Marcos: Arrastrado por los pies por las calles y después quemado.
- Matías: Apedreado y decapitado.
- Mateo: Muerto por espada.
- Pablo: Decapitado.
- Pedro: Azotado y crucificado boca abajo.
- Felipe: Azotado y crucificado.
- Simón: Crucificado.
- Tomas: Muerto con lanza.
- Jacobo, el hijo de Zebedeo: Muerto por espada.
- Tadeo: Muerto con flechas.
Si la historia de la resurrección fue una mentira, ellos debían saber que era una mentira, pero lo que nosotros sabemos acerca de su moralidad contradice la posibilidad que ellos hayan vivido una mentira.
Harold Mattingly escribe en su obra histórica:
"Los apóstoles Pedro y Pablo sellaron su testimonio con su sangre."
La consecuencia de la Resurrección
Algo trascendental debió transformar a los desesperanzados discípulos. A. M. Ramsey (The Resurrection of Christ, 1946) nos recuerda: «No se debe olvidar que la enseñanza y el ministerio de Jesús no proporcionó un Evangelio a los discípulos, y los fue llevando de perplejidad a paradoja hasta que la Resurrección les dio una clave» (pág. 40).
Debería ser evidente que los cristianos primitivos estaban totalmente convencidos de la Resurrección. Si no fuera así, tenían todo que perder y nada que ganar. Por su predicación de la Resurrección de Cristo se indisponían todavía más con las autoridades judías, y más aún, las acusaban de haber dado muerte al Mesías (Hch. 2:23, 24, 36; 3:14, 15, 4:10; etc.). Como observa H. C. Cadbury:
Debería ser evidente que los cristianos primitivos estaban totalmente convencidos de la Resurrección. Si no fuera así, tenían todo que perder y nada que ganar. Por su predicación de la Resurrección de Cristo se indisponían todavía más con las autoridades judías, y más aún, las acusaban de haber dado muerte al Mesías (Hch. 2:23, 24, 36; 3:14, 15, 4:10; etc.). Como observa H. C. Cadbury:
Difícilmente podrá exagerarse el efecto de la creencia en la resurrección de Jesús sobre la primitiva creencia cristiana en la más amplia experiencia de la resurrección. Era la clase de certidumbre, coetánea y concreta, que las más ardientes aunque especulativas convicciones de los fariseos o de otros judíos no cristianos no hubieran podido igualar («Intimations of Immortality in the Thought of Jesus [Indicaciones de la inmortalidad en el pensamiento de Jesús]», en T. T. Ramsey et al., The Miracles and the Resurrection [Los milagros y la resurrección], 1964, pág. 84).
Yo sostengo que solo la aparición del Cristo resucitado puede explicar de forma satisfactoria cómo el escéptico hermano de Jesús, Jacobo (Jn. 7:5), pasó a ser un dirigente en la Iglesia primitiva (1 Co. 15:7; Hch. 15); cómo el abatido Pedro se convirtió en un audaz predicador en Pentecostés, y cómo un fanático perseguidor de los cristianos se convirtió en Pablo, el más grande de los misioneros del Evangelio.
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