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martes, 14 de septiembre de 2010

¿COMO HAGO PARA PROGRESAR EN MI ORACIÓN?

CÓMO HAGO PARA PROGRESAR EN MI ORACIÓN
                                                                 Miguel Matos s.j
       Todo ser humano ora. Orar es una consecuencia de nuestra humana capacidad de comunicarnos. Vamos a centrarnos en este momento en la oración referida a la experiencia de relación con Dios. En este caso también debemos decir que todo ser humano se comunica con Dios a lo más diferentes niveles.


       Pero hay gente que ha llegado a niveles verdaderamente envidiables de cercanía y comunicación con Dios.

      Esos niveles de cercanía y familiaridad con Dios no son otra cosa que lo que podríamos llamar "niveles de oración". Esos niveles no depenen de tu grado de "santidad", ni de tu grado de cultura, ni mucho menos del rol o estado determinado que tengas en tu religión.

       ¿Qué tiene esa oración de esos niveles tan gratificantes a lo que yo y tú y cualquier ser humano podría aspirar?

       Yo diría muy modestamente que hay tres aspectos fundamentales a los que se debería apuntar para cualificar al máximo la propia oración:

         UNO: La oración hay que cultivarla como actitud y no como actividad. No se  trata de hacer muchas oraciones. Se trata de convertirse en una persona orante. Te pongo un ejemplo.No se trata de escribir muchas poesías sino de convertirse en poeta. Es decir, de lo que se trata es de cultivar una sensibilidad que te permita vivir orando aunque no pronuncies una palabra.
      Y aquí vamos al número DOS. La oración no es una realidad que puedas vivir independientemente de la forma como te proyectas a los demás. Puedes ser un ser supremamente egoista y al mismo tiempo "hacer muchas oraciones". Ejemplos de esto debes tener tú mismo a montones. Puedes ser una persona compulsivamente materialista y al mismo tiempo "pronunciar muchas oraciones". (¿No lo sabías?). Lo que no puedes ser es "una persona orante", una persona con una aguda sensibilidad para la cercanía con Dios y ser al mismo tiempo una persona ajena sin un profundo amor a los otros, especialmente a los más necesitados.
       ¿Y la condición número TRES? La tercera condición consiste en que vivas tus momentos explícitos de oración como verdaderos intercambios de afectos, de setimientos con nuestro Dios. La oración auténtica y profunda no es una actividad para "conseguir cosas" de Dios, ni para cumplir con rituales. La oración auténtica es un encuentro de intimidad en la que expreso a Dios mis más genuinos sentimientos. Sentimientos que no siempre son gratificantes. Con Dios puedo pelear, a Dios le puedo expresar rabia, duda, a Dios lo puedo acariciar con los  mejores gestos y palabras. Es decir, con Dios puedo vivir todo lo que vivo en mi vida normal con alguien a quien amo tiernamente y de quien me siento amado incondicionalmente.
       

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